Año: 1961, Fallos: 249:423 de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina

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Argentina, formulo mis emocionados votos por la mayor grandeza de Italia y por la perennidad de nuestras relaciones seculares de amistad, de concordia y de paz. Recordemos —son vuestras propias palabras— que "la trágica experiencia de la historia nos enseña que la unidad entre los pueblos del mundo es necesaria si es que la civilización debe sobrevivir".

DISCURSO DEL SEÑOR PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DE ITALIA,

DOCTOR DON GIOVANNI GRONCHI.
Señor Presidente, .

Señores Ministros de la Corte Suprema de Justicin de la Nación:

Entiendo realizar uno de los aetos más importantes de mi visita a este país al entrar a este severo recinto, donde las leyes que la Nación Argentina se da libremente son cernidos por vuestra sapiencia con absoluta autonomía de los otros poderes del Estado.

Esa independencia, que honra a vosotros y a todo vuestro pueblo, es uno de los basamentos de la civilización en la que Argentina e Italia se reconocen, y es uno de los valores esenciales que nuestros dos países tienen la responsabilidad de conservar y defender.

Tanto en la Argentina, como en Italia, ln existencia de un órgano que controla la constitucionalidad de las normas legislativas ofrece elocuente medida de idéntico amor por la libertad y de respeto hacin las garantías constitucionales del individuo.

No puedo dejar de señolar, en esta oportunidad, la simpatía y valoración con que en nuestro país se observan los estudios que los juristas argentinos dedican a algunas ramas del derecho italiano; ello es completamente natural, por lo demás, dado el común origen augusto de nuestras concepciones e instituciones jurídicas, así como frecuentes y proficuos nuestros intereambios de ideas. También sabemos, por otra parte, que el vuestro no es un estudio inerte y frío, sino una honda preoeupación cariñosa que os permite elaborar teorías vivas y originales, conformadas a las particulares condiciones económicas y sociales de vuestra tierra.

Lo importante es que, vor encima de la necesaria diversidad en el derecho positivo, exista, en el conjunto de las instituciones jurídicas, una tradición —que es tanto como decir una civilización— fundada en el reconocimiento y el respeto de los derechos individuales, que hallan en vosotros a sus más serenos e imparciales garantes, Estimo por ello un gran honor, que debo agradeceros, el haber tenido oportunidad de ofreceros mi saludo La

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