Año: 1963, Fallos: 257:9 de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina

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| DE JUS: "CIA DE LA NACIÓN L H Universidad. Ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores, Diputado, Senador, | Signatario de la Constitución provincial de 1854, Camarista del Superior Tribunal, miembro de la Convención Reformadora, en todas estas funciones demostró capacidad y preparación jurídica. A los 55 años es elegido Juez de la Corte Suprema.

Laborioso, reflexivo y humano; mesurado en sus juicios solía exnitarse al considerar algún asunto relacionado con la époen rosista. Hombre de letras, sus ucios con dignidad los dedicaba a la lectura de los elásicos y A la traducción de poemas ingleses. Tenía pasión por la cultura. Fué el último que quedaba de los que juraron al instalarse el alto tribunal. Habían transeurrido 14 años y la ausencia de los que partieron habría de entristecerle, La soledad conduce a la meditación y a los recuerdos. ¡Cuántos vendrían a su memoria! Su último voto lo suscribió el 22 de noviembre de 1577. Jloras más tarde se adentró en las sombras, Aún no había eumplido los 70 años. Concibió su magistratura como un oficio sacerdotal.

Franeiseo Delgado era el de mayor edad. Tenía más de 67 años cuando :

prestó juramento. Sin los prestigios intelectuales de de las Carreras, ni la autoridad jurídica de Del Carril, ni la cultura elásien de Barros Pazos, su natural moderación, st mesura y sentimiento del deber le distinguían. Trabajaba sin ostentación. Mendoza, la provincia de su nacimiento, le honró con la representación al Congreso de 1826. Obtuvo su título de abogado en Córdoba, donde ejerció la profesión, Designado juez por el Gral. Paz en 1830, su amistad con el vencedor de La Tablada y Oneativo y sus idens liberales le atrajeron la ene mistad de Rosas. Era el año 1840, signado por la barbarie. Emigró a Chile.

Largos y penosos años en el exilio. En 1854 regresó a su patria para comenzar su vida pública. Senador por Mendoza al Congreso de Paraná, Ministro de 1 la Corte Suprema de la Confederación; reelecto Senador al Congreso Nacional, b renunció para aceptar el cargo de juez del alto tribunal. Su experiencia —hubían transeurrido más de 35 años desde su actuación en la época rivadaviana— y el recuerdo de ese pretérito civilizador frustrado por la incomprensión de los enudillos, eran una fuerza moral en la reconstrucción ineludible para el bienestar de la República.

En la Corte —estuvo 12 años— sus opiniones merecían la consideración debida a su equilibrio persuasivo y a la humildad con que exponía sus convieciones jurídicas. No se inclinaba a la retórica ni a la dialéctica. Prefería escuchar con atención para formar su juicio. La muerte vino a buscarle octogenario; aún euardaba resistencia física para llevar sin elandienciones su investidura, Tuvo la ilusión de que la Nación, a pesar de todas las luehas y disturbios políticos, había encontrado los enminos definitivos.

y Francisvo Pico había llegado a los 60 años de edad euando fué designado Procurador General. Natural de la enpital porteña, perteneció al eírenlo de los unitarios y ejerció funciones administrativas en los Ministerios de Gobierno y Relaciones Exteriores. La revolución de 1828 no le sorprendió; sus íntimos amizos le habían informado de los propósitos que perseguían con tenacidad inque1 brantable.

i La emigración le condujo a Montevideo, donde sirvió en las líneas de defensa de la ciudad sitiada. Cambió las etras por la espada. Después en Río de Janeiro continnó su expatrinción. Admirador de Rivadavia que vivía olvidado y entristecido en los aledaños Muminenses, solían dialogar sobre la dictadura que ensom brecía el presente y el futuro de la patria. La paz de muerte que llegó a la t república a fines de 1849, no hizo perder la esperanza en el derrumbe del despotismo.

Intelizente, enérgico, sagaz; dotado de conocimientos de derecho llezó al

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