Año: 1957, Fallos: 239:376 de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina

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Este nutor, en su libro sobre El puesto del hombre en el cosmos, (Ed. Losada, Buenos Aires), p. 129, añade que la concienein del mundo de sí mismo y de Dios, forman una indestructible unidad espiritual. E. SPraxGEr, en Formas de vida, 3 parte, cap. IV, p. 329, afirma que los valores económicos se sitúan en lugar íntimo, y los religiosos en el supremo. Finalmente, Kant en la Introdueción a la Crítica de la razón pura, Ed. Madrid, 1883, p. 164, menciona como temas ineludibles en la investigación de lo más sublime que la inteligencia pueda aprender en el campo de los fenómenos, a Dios, la libertad y la inmortalidad.

IV. Para evitar confusiones aclaro —aunque lo considero innecesario— que preseindo de mi religión y de las que profesan las partes, y digo que está muy Jejos de mi pensamiento ealificarlas como mejor o peor a una respeeto de la otra, porque de haberse producido a la inversa el enso que nos ocupa, la solu ción sería exactamente la misma respetando los derechos del padre israelita. No debe verse, por consiguiente, tratamiento desigual entre las religiones, ni subordinación de una a otra, ni obstáculos que se opongan al mantenimiento de cualquiera de ellas, ni la creación de requisitos o prohibiciones al margen de la ley que impidan la libre práctica del respectivo culto. No se vulnera garantía constitucional alguna. Simplemente se trata de apreciar hasta dónde llegan ciertos derechos fundamentales de los padres, y si es o no conveniente la adopción del menor en el sub eramine ante la diferencia de religiones y el irreductible conflicto surgido entre el padre natural y el futuro adoptante.

La enestión se ha plantendo en el derecho comparado, especialmente en — Norteamérica, donde algunos Estados exigen por ley que los interesados. sean de la misma religión, o limitan la adopción en caso contrario, como Delaware, Mlinoie, Maryland, New Jersey, New York, Ohio, Pennsylvania, Rodhe Tsland, Tennesse, ete. (efr. Leavy, M. L, Law of adoption, 1948, p. 36). Con tal motivo, las decisiones judiciales se orientan en euatro direcciones: 1) atribuyendo valor decisivo a la religión; 2) permitiendo la adopeión cuando el guardador deja al niño instruirse en su religión; 3) admitiendo o rechazando la religión u otros factores, y 4) subordinando la religión a distintos elementos concurrentes (efr.

Columbia Law Review, vol. 65, 1? 4, tebruary de 1952, p. 694; The Yale Low Journal, vol. 64, april de 1955, 1" 5, p. 772). Pueden verse también interesantes antecedentes y comentarios en Marquet Law Review, vol. 39, simmer de 1955, 1" 1, p. SI, nota de C. W. Isaasox, y Harrard Law Review, vol. 65, n° 4, tebruary de 1952, p. 694, V. Meditando hasta dónde las divergentes religiones pueden influir sobre la conveniencia de la adopción en el sub lite, la conducta del adoptante a través de estas netunciones me convence de que hay razones suficientementes justifiendas, un interés serio y legítimo, para inclinarse a favor del padre, aun cuando se tradujera en perjuicios materiales transitorios para el menor, ya que si no es el Sr Selivartz no ha de faltar personas que quieran adoptarlo o instituciones respetables que se hagan enrgo de él sí el padre o sus familiares no pudieran mantenerlo. Basta leer los escritos de fs. 134, 202 y 258, enyo contenido no puede imputarse sólo a los letrados que lo patrocinaron entonces, ya que el Sr. Sehvartz actúan por su propio derecho y los ha suscripto, donde se emplean duros enlifientivos contra la religión de: padre del menor, que es ln de este mismo, ya que por el hautismo pertenece 5 ella —eonfr, part. de fs. 148—, haciendo de paso burla de las ereencias que la sustentan. Esn conducta hiriente, agresiva y avasulladora, la encuentro reflejada también en hechos graves, pues se negó a mandar al niño a un colegio entólico y suprimió por su cuenta totalmente el apellido del padre, cortando de hecho hasta ese vínculo con él, prefiriendo retirarlo de los establecimientos públicos antes que ceder,

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